ME HA TOCADO LA LOTERÍA

Víspera de Nochebuena, en la puerta del super está piediendo el negro de siempre, que saluda con un "Feliz Navidad" a todo el que entra y sale. "¿Qué tal la familia?", añade. Ya lleva varios años pidiendo en el mismo lugar y conoce a casi toda la clientela habitual. Trata de ser amable, cercano, consciente que es su única arma para conseguir algo de dinero. "Feliz Navidad. La familia muy bien, gracias", le contesto incómodo, consciente del abismo que nos separa, mientras me acerco a coger un carro, y apenas esbozando una sonrisa forzada que está muy lejos de parecerse a la suya. 

"¿Cuánto llevo suelto?", me pregunto pensando en darle "algo" a la salida. "¡Joder, sólo tengo 20 céntimos y no le voy a dar un billete de 10 €". Bueno, luego me cambian en la caja, al pagar". Me digo a mi mismo.

Me acerco a la pescadería. Mucha mujeres se apretujan al lado del mostrador. Cojo número rápidamente, que ya veo que la espera no va a ser corta. Una señora sin número trata de colarse por mi derecha, sabe que los hombres en las colas somos vulnerables, pero no, giro la cabeza y la miro con un gesto serio. Recula. Cuatro pescateras no dan a basto con tanta cliente ansiosa. Miro el mostrador y ya va quedando muy poco pescado. La mayoría vamos a recoger pedidos que hemos hecho en días anteriores. Todos compramos pescado como si no hubiese un mañana. "Imposible que después de esta razia quede en el mar algo más que plástico", pienso consciente de que la esquilma de los mares nos está llevando al autosuicidio colectivo.

Recojo mi pedido y me acerco a la caja. Larga cola de carros llenos a rebosar. "Maldita sea, tengo que pagar con tarjeta, no me llega con el dinero que llevo encima. Pues no voy a poder darle al negro más de 20 céntimos.". Me digo, mientras la cola avanza lentamente.

Al salir, le introduzco los 20 céntimos en el pequeño bote de plástico que utiliza para recoger las limosnas. Vuelve a sonreirme y a desearme feliz Navidad, a mi y a toda mi familia. Le miro de reojo, medio avergonzado. "Muchas gracias", le respondo. "Te deseo lo mismo a ti y a toda tu familia", añado.

"¿Dónde vivirá?, ¿con quién?. ¿tendrá familia?, ¿de  dónde será?, ¿que penurias habrá tenido que pasar para llegar hasta aquí?", me pregunto mientras me voy alejando. 

Me enchufo los auriculares. Me gusta oír música cuando voy solo de un lugar a otro
...
Y cómo huir  
cuando no quedan  
islas para naufragar  
al país  
donde los sabios se retiran  
del agravio de buscar  
labios que sacan de quicio 
mentiras que ganan juicios
...

 "Peces de ciudad", de Sabina, cantada por Ana Belén. Una maravilla.

Cargado de bolsas camino lentamente hacia casa. El móvil suena una y otra vez. Es el WhatsApp. "Seguro que son felicitaciones de Navidad", pienso.

Llego a casa, dejo las bolsas y miro el móvil con desgana. Efectivamente, felicitaciones de Navidad. Pero hay un mensaje que destaca entre todas:



Y me acuerdo del negro de la entrada del super.

9 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

He tenido que buscar lo que era el "muro de Santurtzi", yo sigo como mi cantinela, ¿quien le pone puertas al campo?, con todo eso, para los que han cruzado la valla de Ceuta o Melilla después de atravesar toda o parte de África, eso es pecata minuta. Quiero recordar como en Murcia, no hace mucho, la gente de un barrio tiró un muro de largas dimensiones para evitar que dividieran a su comunidad, aquí no es el caso pero hay algo en común, un muro; sin embargo, ese muro como otros que hay repartidos por el mundo no los tiramos nos limitamos simplemente a protestar; en el fondo, la sociedad rica, y quienes en ella habitan, quieren que cada uno esté en su sitio, los negros pobres y blancos pobres con los negros o blancos pobres, los blancos y los negros ricos pueden estar juntos, los que huyen de sus guerras que no nos las traigan y como dice ese maldito refrán "Cada uno en su casa y Dios en la de todos".

Saludos

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Emilio Manuel:
Totalmente de acuerdo contigo, incluso en lo de "maldito refrán".
Un abrazo.

Juan L. Trujillo dijo...

A los que nos ha tocado esa lotería, solo pensamos en nuestro "negro de la puerta del supermercado", durante estos días navideños.
Como en tantas otras cosas, pasan los días y dejan de ser noticia, aunque su hambre y sigue estando presente.
Pero ya nos encargamos nosotros de levantar el peor muro. el del silencio.

Un abrazo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Juan.
Les convertimos en invisibles.
Un abrazo.

Tracy dijo...

Efectivamente nos ha tocado la lotería y a pesar de ello no sabemos compartir lo poco que tenemos o lo mucho que nos sobra.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Tracy:
¿Compartir? Lo nuestro es la caridad.

Myriam dijo...

¡Cierto! Son regalos que yo, personalmente, agradezco
cada día.

Besos

Myriam dijo...

Que tengas un magnífico 2018, tú y los tuyos
Lleno de bendiciones y lotería.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Kaixo Myriam:
Que no nos falte la "lotería" :-)
Zorionak eta Urte Berri On.
Musu handi bat.

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