HE SALIDO UN MOMENTO. VUELVO EN 10 MINUTOS

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Cuando estudiaba 3º de Empresariales, el profesor de “Hacienda” nos contó en una ocasión una fábula que nunca se me ha olvidado. Ahora, resulta que es muy fácil encontrarla en internet.

Sirva ahora mismo para repensar nuestra forma de disfrutar de las vacaciones y... de la VIDA.


EL BANQUERO Y EL PESCADOR

La fabula cuenta como cuando un pescador descargaba de su barca varios atunes que había pescado se le acercó un banquero que paseando por allí buscaba desesperadamente personas a las que colocar una “hipoteca” (esto fue antes de que se declarase la actual Crisis. Es más esto fue el detonante de la actual Crisis).

El banquero elogió la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había llevado pescarlos. El pescador contesto que poco tiempo, ante lo que el banquero pregunto por qué no pescaba más tiempo para lograr más producción.

El pescador le dijo que con lo que pescaba era suficiente para alimentar a su familia; y el banquero pregunto qué hacia el pescador con el resto de su tiempo. El pescador dijo, “duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta, voy todas las noches al pueblo donde toco guitarra con mis amigos. … En definitiva, tengo una vida ocupada y muy amena”. El banquero le recomendó, “creo que puedes mejorar, deberías emplear más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar una barca más grande, con los ingresos podrías comprar varias barcas y pronto tendrías toda una flota”.

El banquero continuo “En lugar de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador, eventualmente abrir tu propia compañía. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Podrías salir de este “pueblo” e irte a la Capital desde donde manejarías tu empresa en expansión“. Entonces, el pescador preguntó, “¿cuánto tiempo tarda todo eso?”, y el banquero contestó , “entre 15 y 20 años“. A lo que el pescador pregunto, “¿Y luego qué?”. El banquero respondió, “Luego te puedes retirar. Te retiras a un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta, ir todas las noches al pueblo donde podrás tocar guitarra con tus amigos libre de preocupaciones”.

A lo que el pescador respondió, ¿“acaso eso no es lo que tengo ya?”.

Felices vacaciones y mejor vuelta.

P.D. Así es como nos las gastamos los vascos cuando nos vamos de vacaciones. ¡Cagüen Txotx!



http://www.youtube.com/watch?v=abqQO4CFGaU
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LA PARTE CONTRATANTE DE LA PRIMERA PARTE

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Nos estamos perdiendo el cine clásico.
Hace “unos pocos” años, cuando la tele sólo tenía dos cadenas: la primera y la UHF, teníamos la suerte de disfrutar del cine en el cine y en la televisión de otra manera. ¡Qué narices!: Disfrutábamos de la televisión mucho más que ahora!
Aquellas “sesión de tarde” de los sábados, en las que podíamos divertirnos con una de vaqueros con Yon Baine (es que en aquella época no teníamos problemas con el inglés) o de una de aventuras o de una de romanos. Teníamos por la noche el ciclo de Alfred Hitchcock, de Marilin Monroe, de Paul Neuman, de…
No sé. Yo la gozaba. Me acuerdo incluso todos juntos viendo el “un, dos tres” o “Historias para no dormir”.
¿Nostalgia? No. Bueno, sí, un poco.
Es cierto que los tiempos cambian, pero en algunos sentidos creo que para peor. Y el caso del cine es un ejemplo más. Ahora estamos inundados de películas de consumo rápido (hasta la última de Indiana Jones es mala malísima), efectos especiales increíbles, historias sin trascendencia… Esto es lo que hay.
Si estando en un grupo demuestras interés por otro tipo de cine que no sea de acción, se produce un silencio… como cuando entraba el “bueno” en el saloon y todos los presentes sabían que se iba a “montar la gorda”.
Es cierto que necesitamos identificarnos con el grupo y para ello tenemos que ver cine de “consumo rápido”, para poder mantener cierto nivel de conversación con los demás. Es un acto inconsciente, pero necesitamos socializarnos, participar del grupo, diluirnos en la masa.
¿Cine Europeo? Ya sé. Tiene fama de ser bastante “chapas”. Pero por tener esos prejuicios nos estamos perdiendo películas buenísimas, con una sensibilidad exquisita. Me estoy acordando ahora… ¿habéis visto “Conversaciones con mi Jardinero”? Impresionante. O ¿“La Clase”? Increíble.
Luego, está Woody Allen. Con Woody Allen nos pasa lo mismo que con la 2 de tv española: que todo el mundo dice que la ve pero la audiencia es la audiencia.
Ya veis que no estoy hablando del cine de arte y ensayo ni del cine de “minorías”, estoy hablando del cine con un mínimo de calidad.
En todo esto no me preocupa tanto la gente adulta sino la más joven. Me preocupa que a nadie le preocupe que adquieran el más mínimo sentido crítico, ni cultural, ni político, ni social. Cuando le recomiendo alguna película a mi hija de 13 años me dice: Aita ¿pero tú te crees que mis amigas van a querer ir a ver eso? Ya la veremos en casa cuando la pongan en video.
Y no es que pretenda que la juventud actual se “trague” “Ciudadano Kane” así, a pelo. No, ni mucho menos. Sería como cuando nos enseñaron a odiar al Quijote, allá por los años 70 cuando teníamos apenas 16-17 años.
La verdad es que no sé qué hacer. Me gusta el cine y me encantaría que la juventud actual tuviese algo más de sensibilidad hacia el “buen cine”. Supongo que no quedará más remedio que librar pequeñas batallas en el entorno cercano aun a sabiendas de que la guerra está perdida. Pero, rendirme ¡jamás!




Disfrutemos de una escena clásica entre las clásicas. Sin efectos especiales, sin grandes movimientos de la cámara, sin dobles, sin… pero con mucha inteligencia.
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ESOS LOCOS BAJITOS

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Ya dije en mi primer post, que la música ha sido y es una referencia en mi vida. Hay multitud de canciones que te gustan y que pasado el tiempo cogen un significado especial, si aún cabe. Eso es lo bueno de tener unos cuantos años, que de repente un día dices: “Coño, ahora lo entiendo mejor”. Y en estas circunstancias Serrat siempre ha sido uno de esos cantautores a los que siempre puedes volver a escuchar, releer y repensar.




Bien, pues ahora que tengo 52 años y dos hijos ya mayorcitos, mi fijo en el entorno que me rodea, desde una perspectiva crítica. Desde la perspectiva del que ha hecho un camino y ha aprendido unas cuantas cosas. Me gusta fijarme en las actitudes de padres y madres con hijos más pequeños y me digo…”¡Los estamos volviendo jilipollas!”.
Las razones no os las cuento porque ya habréis leído mucho sobre la sobreprotección a la que les estamos sometiendo. Dicen que somos la primera generación que ha sido maltratada por sus padres y ahora lo está siendo por sus hijos.
Pero no. No voy por ahí.
Es cierto que a ser padres nadie nos ha enseñado, pero algún esfuerzo se puede hacer ¿no? Leer un poco sobre el tema, utilizar los pocos recursos que la sociedad pone a nuestra disposición (que los hay), poner interés (esto es más fácil),… en fin…
Pero claro, todo el día trabajando para ganar 1.300 € al mes, que es lo que gana la mitad de los españoles (los que tienen un curro, por supuesto), pues no da como para enfrentarse a la educación de los hijos con la fuerza necesaria.
Conozco personas que viven con tanta prisa, stress y ansiedad, que sus hijos no tuvieron la oportunidad de tener la más mínima iniciativa hasta que cumplieron los 10 años. “Deja eso que ya lo hago yo, que así no terminamos nunca”.
¿A qué os suena?
Conozco chavales que son en estos momentos “carne” de fracaso escolar porque no ha habido nadie que en un momento determinado les apoyase…en casa. Que esa es otra. Muchos piensan que ese trabajo le corresponde a la escuela, que para eso pagan los impuestos. Pues no.
Más del 70% (creo recordar) del fracaso escolar son chavales/as que pasarían los test de inteligencia con nota.
Y luego queremos una sociedad competitiva, a la altura de las más avanzadas. Se nos llena la boca de palabras que a fuerza de sobarlas las vaciamos de contenido: Calidad, Innovación…
¿Innovación?
¿Podemos hablar de innovación con este panorama?
¡Pero si hemos eliminado todo rastro de creatividad a nuestros hijos en cuanto empiezan a moverse, a experimentar, a probar!
¿Recordáis? “Deja eso que ya lo hago yo, que así no terminamos nunca”. Imagínate que te repiten esta frase una y otra vez todos los días.
Hace poco me decían mis hijos, desesperados por la mediocridad que les ofrece el entorno: “Aita, tenemos un problema de integración con nuestras cuadrillas. Somos demasiado críticos: Nos habéis educado demasiado bien”.
Argullo y preocupación.
Aquí tenéis a Serrat en uno de sus mejores momentos.
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MI BLOG Y YO

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Gracias amigos por vuestros comentarios y vuestros ánimos. Ha sido muy gratificante ver que a las primeras de cambio hay personas a las que les interesa lo que piensas, lo que dices.
Si os digo la verdad, el interés que tiene los blog lo fui descubriendo sobre la marcha en aquella sesión del curso en la que decidísteis que como grupo / equipo teníais algo que aportar. Me empezó a picar el gusanillo y le fui dando forma poco a poco. Mi hijo ha tenido mucho que ver, como apoyo técnico y humano en todo este proceso. Es un máquina. Gracias Hasier.
Tanto ha ido creciendo mi interés que los últimos días antes de publicar el primer post se convirtieron en pura impaciencia, en necesidad imperiosa de lanzarlo YA. Por eso está tan currao, porque tenía que ordenar mis ideas, porque tenía que contar algo que me motivase de verdad y además quería contarlo tal y como lo sentía.
Le he dado muchas vueltas, demasiadas quizá. Ya sabéis, la sensación de la primera vez, esa en la que no puedes fallar. Así que nada de expectativas, que aquí no hay nadie diferente. Sólo estoy yo con mis circunstancias y mi manera de ver las cosas de la vida. Punto. Si además a alguien le sirve para pensar, debatir y crecer me sentiría tremendamente honrado.
Mecagüenlaleche: Cuanto más lo pienso mejor me parece esto del blog: Impensable hace unos meses que esta herramienta fuese tan... acojonante. Esto de poder ordenar tus ideas y compartirlas es... demasiao. Es una herramienta perfecta para poder sacar todo aquello que llevas dentro y te inquieta. Me gusta.
Ahora bien, como todo en esta vida, hay que ser capaz de disfrutarlo, como de las cosas sencillas que tanto valor tienen. Pero sin crearnos demasiadas obligaciones y/o dependencias. Es una inversión a largo plazo y como tal hay que vivirla y disfrutarla.
Esto es lo que pretendo porque esto es lo que me gusta.
Espero aportaros algo.
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¿Crisis? ¿Qué Crisis?

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Es el título de unos de los mejores discos de Supertramp, grupo que en los años 70 tuvo su cenit con discos que hoy ya son historia de la música moderna.
La música siempre ha sido un referente en mi vida y particularmente la de Supertramp, por lo que existen muchos momentos que inevitablemente están ligados a ciertos discos o canciones. Y este es uno de ellos, ligado a mi “primera crisis” (económica, se entiende, que de las demás no estamos para hablar en este momento).
No voy a decir que cada vez que se habla de crisis me suena una de las canciones de este disco, pero casi. Tengo que reconocer que no son pocas veces en las que recuerdo a aquél tipo de la portada del disco sentado en una hamaca, con su refresco, mientras que las fábricas de finales del siglo pasado echan humo en un fondo de blanco y negro.
Maravilloso recuerdo.
Después de años y años de crisis, te das cuenta de que siempre ha sido así, ¿no?



A mi todas las Crisis me han pillado “con el pie cambiado”, o mejor dicho, como al personaje de la portada. Bueno, no voy a decir que sobrado de “parné”, pero sin mayores problemas. Tengo que reconocerlo.
Así que, en esa comodidad de la época, siempre he sido el último en enterarme de la que se nos venía encima. “No será para tanto” pensaba yo. “La prensa exagera”. “La oposición también, porque no le queda otro remedio”.
Y ya ves… Y eso que soy economista. Tiene gracia. Pero bueno, ya se han encargado otros de desmitificar la profesión y ahora todo el mundo sabe que la economía es la ciencia que explica perfectamente el pasado y que nunca es capaz de predecir el futuro, por mucho que lo intenta.
Las crisis, afortunadamente para algunos de nosotros, son esas cosas que nos pasan por al lado sin apenas despeinarnos. Nos sirven para hacer política económica internacional en el bar de la esquina (que por cierto ya no está tan lleno como antes), nos sirven para el comentario frívolo en la oficina… nos sirven para… tener siempre a mano un buen tema de conversación. En definitiva, para muchos de nosotros, las crisis son una mera anécdota en nuestras vidas.
En momentos como estos es cuando me doy cuenta de que casi todos los mortales una vez que conseguimos un empleo nos comportamos como si con nosotros no fuese esta película. No nos queremos acordar de lo angustiados que vivíamos un mes antes en el desempleo, sin visos de encontrar un trabajo (ni decente ni indecente). Y por supuesto, mucho menos de lo angustiado que vive el vecino, que no ha tenido la suerte de pillar un curro como el nuestro.
Tenemos memoria frágil. Olvidamos con facilidad.
Y vuelve a aparecer el de la portada del disco: Tipo sentado en hamaca, refresco… fábricas de fondo. Es inevitable.
Enseguida nos acostumbramos a vivir al límite. Bueno, no vamos a exagerar: a vivir bien. Buen coche, segunda vivienda, buena hipoteca, todo un futuro por delante para pagarla… ¿Y la solidaridad?
“Por favor, no me moleste con eso ahora, que estoy descansando”
En el fondo… ¿el ser humano es así o nos envilece la sociedad que hemos creado?
Hay zonas del mundo donde nunca hay crisis cíclicas: hay miseria permanente.
Un viejo anuncio de una ONG venía a decir: “la diferencia entre un africano y tu es que tu has tenido la suerte de haber nacido 5 cm más arriba (en el mapa)”
Siempre me acuerdo de ese anuncio y permanentemente estoy agradecido por haber tenido esa suerte de los 5 cm. de diferencia.
Pues ahora nos tocan a nosotros unos añitos de vacas flacas, pero a los que viven ahí abajo les da igual. Como verás en la prensa, a pesar de la crisis las pateras siguen llegando. Y es que aun estando en crisis, aquí se vive mejor que unos centímetros más abajo.
No sé. Pienso mucho en todo esto. Me preocupa.
Me preocupa que la avaricia humana no tenga límites. Que todo nos importe un bledo. Que seamos insensibles al sufrimiento de los 2/3 de la humanidad. Que la única injusticia que seamos capaces de ver sea que nuestro equipo ha perdido de penalti injusto en el último minuto.
Quiero pensar que las crisis son avisos. Avisos para que nos demos cuenta de que el camino está equivocado, de que debemos cambiar de rumbo, de que la productividad ha llegado a tal límite que unos pocos podríamos mantener a toda la humanidad, de que no necesitamos tantas cosas para vivir bien…
Hasta hace unas semanas he estado leyendo muchas declaraciones de todo tipo de dirigentes que indicaban el fin de una época económica y que sería necesario “refundar” el capitalismo en términos más “humanos”. Me lo quería creer, porque todos necesitamos creer en algo. Desgraciadamente vino Ramón Tamames a poner orden.
Hace un mes aproximadamente, en una conferencia en Vitoria le preguntaron... “¿Usted cree que esta crisis puede significar el fin del capitalismo tal y como lo conocemos?
A lo que Tamames contestó: “Ni hablar. Ya le digo a usted que dentro de 5 años seguiremos consumiendo como lo hemos estado haciendo hasta el años pasado”.
Lo dijo tan claro y tan seguro que no me dejó lugar a dudas. Esta frase supuso un argumento más para reforzar mi escepticismo (que no pesimismo) con relación a la naturaleza humana.
Y todo esto, mientras escucho a Supertramp y leo a Eduardo Punset. Que en su último libro titulado “Por qué somos como somos” nos dice cosas que deberíamos escuchar con interés. Por ejemplo, nos dice que la mayoría de los científicos opinan que entre los billones de galaxias existentes es muy probable que haya “vida” en alguna de ellas. Sin embargo, Ken Nealson, biólogo de la NASA que dirigió durante mucho tiempo equipos multidisciplinares encargados de buscar vida en el Universo, opina que lo de la Tierra es “…una equivocación. Algo irrepetible”.
Añade “…Todo esto lo pensamos desde un peñasco que gira sobre sí mismo y se desplaza a más de 220 km. / seg. En una galaxia situada en un universo en expansión. Y no se nos mueve ni un pelo”.
Ya ves. Y nosotros ocupados en estas tonterías.
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